
Juan y Marta creyeron, allá por el año 83 (cuando en España no estaba aún de moda ser solidario ni se hablaba de ética en los negocios) que era posible crear una empresa rentable, que trabajara con productos artesanales de calidad y que mejorara la vida de las personas que trabajan en ella y las de su entorno más cercano. “Trabajar por una economía social y que ese trabajo tuviese un componente de mejora individual de las actitudes”.
Y produciendo con esta calidad y cuidado por los detalles...




